Por Julio Requena
Sentimientos encontrados genera de cambio de semáforo a naranja, dado que para muchos no es más que resultado de la presión social, económica o comercial que exigía retomar diversas actividades que apuntaban a una crisis profunda si se alargaba más el encierro de la cuarentena. Por lo mismo, hay preocupación en que la medida no esté del todo sustentada en el terreno de la salud y la lucha contra la pandemia.
Por otro lado, el color naranja en el semáforo también se ha convertido para algunos en una luz de esperanza de volver a la normalidad, retomar sus actividades laborales, proyectos personales o de trabajo y poco a poco recurar la seguridad, ya sea por un ingreso fijo o por un ingreso temporal derivado del esfuerzo diario.
Es decir, a muchos les preocupa que este cambio de semáforo solo sea una válvula de escape para la economía nacional, estatal y local, pero derive en un riesgo mayor en lo sanitario incrementando el número de muertes por Covid19; la gente teme que el colapso en el sistema de salud sea inevitable y se prolongue aún más la psicosis colectiva al grado de que el daño en las actividades sea irreversible.
Esto sustentado en que, la afluencia de gente a las calles no ha sido del 30 por ciento esperado, sino que prácticamente raya en el 80 o 90 por ciento de personas que han vuelto a las calles sin la menor precaución de salud, en algunos casos sin cubre bocas, con escasez de gel antibacterial y sin respetar la sana distancia.
Es un cultivo dramático en muchos de los casos, donde la gente ya no respeta la sana distancia, porque entiende que el naranja significa mayor libertad de tránsito y posiblemente, la muchedumbre cree que la sana distancia se redujo también a 70 u 80 centímetros.
La gente no entiende que bajar la guardia en este momento también podría regresarnos a semáforo en rojo, en lugar de pasar a amarillo y luego a verde; pero por otro lado, nada se puede hacer mientras no se tome conciencia de lo que está ocurriendo, del momento en que vivimos, del momento en que podamos morir.
El otro sentimiento, el de la esperanza, poco a poco se anida en la mente de la sociedad al saber el cambio a naranja, pero sin duda, es porque eso significa haber dado un paso adelante para vencer a la pandemia, porque cada vez que cambia el color estaremos un poco más a salvo.
Muchos negocios que por fin pudieron abrir de nuevo están felices de ello, mucha gente que ve los restaurantes, comercios e incluso tianguis abiertos se alegra de esta medida pues le permite reactivar algunas actividades como la reunión con amigos, clientes, patrones, prestadores de servicios o simplemente, está contento de haberle quitado la pausa a sus actividades.
Para algunos el semáforo naranja es un paso hacia el verde, para otros, pudiera ser un paso hacia el retroceso al rojo, y aunque a muchos no nos gusta la incertidumbre, “la moneda está en el aire”. El semáforo en naranja será bueno o malo, el tiempo le dará la razón a quien la tenga. Ojalá todo sea para bien y en unos meses estemos llegando a la luz verde tanto para la salud, como para la economía.
¿Usted qué opina? Leo su opinión por esta vía o al correo: jrequena_mx@yahoo.com.mx GRACIAS
PARA EL CUADERNO DE CIVISMO… Cabe mencionar que, Monserrat Ruiz Páez es digna representante de los millenials. De marcada juventud, se ha destacado por su empuje en la LX Legislatura mexiquense, en la que es presidenta de la Comisión de la Juventud y el Deporte.
Conocida por su trabajo en su municipio, Tecámac, en el que fue regidora, la diputada morenista ahora será la presidenta de la Legislatura en este tercer periodo, del segundo año de actividades. Enhorabuena.