Por Julio Requena
La vez pasada mencionábamos que la pandemia estaba cada vez más cerca de nosotros en la comunidad o en la población donde nos encontramos, por noticias de vecinos o gente cercana que había sido diagnosticada con el virus. Solo faltaba el siguiente paso, que tocará a la familia, si a la tuya. Y pasó, algunas novedades son más sorprendentes que otras, porque aunque están consciente del riesgo, pensabas que se iba a quedar ajeno el mal, que no iba a tocar a los tuyos.
Pero cuando te dicen el nombre de un familiar con el diagnóstico del COVID19, siempre te portas optimista y de inmediato te vienen a la mente las versiones que apuntan a la baja letalidad del mal, a que no es mortal en el cien por ciento de los casos y que, algo se puede hacer para salir adelante. Siempre.
Luego, viene el contraste de la situación con su estado de salud de tu familiar. Te acuerdas que, tiene hipertensión arterial, que está pasado de peso, que a lo mejor no lo sabe pero tiene algunos síntomas de tener diabetes. Te acuerdas que fumaba mucho, que apenas lo dejó hace algún par de años o bien, que trae dañado el pulmón por una bronquitis crónica o EPOC o alguna otra cosa que pasa por tu cabeza.
Empiezas a preguntar por el dictamen médico y la valoración del galeno, con todas las variantes que se pueden ocurrir. Incluso -aunque nunca lo haces- ahora empiezas a buscar una segunda opinión médica que te oriente o te dé más esperanzas; buscas opciones más alternativas, naturistas, homeopáticas o bien, en el internet quieres leer si hay algún avance sobre la cura, las vacunas o algo.
En medio de la tempestad, vienen las preocupaciones por los temas pendientes, por los remordimientos, porque la última vez que lo viste ya no se hablaban, porque nunca te pagó esos 100 pesos que le prestaste, porque él fue el favorito o simplemente, por las tantas cosas que nunca le perdonaste y que en estos momentos pasarías por alto con tal de verlo mejorar.
Tu familiar comienza a irse, así, sin despedir, no te puedes acercar, porque pese a todo el deseo de verlo, te da miedo enfermarte, ser el siguiente en la lista y pones de pretexto la vez que te tumbo la gripe, solo por disfrazar tu cobardía de prudencia, luego te acuerdas de que también tienes familia. Qué será de ellos si algo te pasa –te dices- y mejor te aguantas y callas. Te haces a la idea de lo peor.
En el otro caso, tu familiar ya salió de lo malo, está en etapa de recuperación. Tiene altas expectativas de salir adelante. Ya la brincó. Está evolucionando favorablemente en el hospital o incluso ya se habla de poderlo trasladar a su casa a un aislamiento domiciliario y voluntario. Es cuestión de espera de 10 a 15 días para que esté completamente sano o sana y nuevamente retomas la idea de que se morirá de viejo, de grande, en su cama y quizá durante el sueño, para que no sufra.
La cosa no era tan grave. Vuelven los sentimientos de rencor donde te acuerdas que te debía dinero y esperas que se alivie pronto, para que pague, pronto. Le has dado vuelta a la página de la tristeza y al pensamiento de “yerba mala nunca muere” te convences de seguir sin hablarle, él su vida y tú la tuya. Esa vieja normalidad donde no te importaba nada más que tú. Regresas a tu protección, a cuidarte tú, para que no pases por ese camino de enfermedad y riesgo. Vuelves a fumar, a tomar alcohol, a los malos hábitos alimenticios.
Incluso hay quién vuelve a dudar si la enfermedad COVID19 existe o simplemente su familiar tenía otra cosa y por eso, se curó.
La normalidad vuelve, no sabemos si la vieja o la nueva normalidad, pero ya estamos por apostar a la normalidad, donde nadie de nuestra familia está enfermo, ni con síntomas ni sin ellos.
PARA LA LIBRETA DE TAREAS… Llama mucho la atención la guerra que se ha desatado por el agua en el municipio de Ecatepec, donde el alcalde Fernando Vilchis acusa al gobierno del Estado de México, en particular a la CAEM por reducir el caudal de agua que suministraba donde ahora llegan hasta 200 mil litros menos que el año pasado, lo cual en medio de la pandemia es grave para la población que está en cuarentena, en sus casas y sin poder tener lo suficiente para beber.
Hay que ponerle mucha atención al caso.