Por Julio Requena
Para los que estamos involucrados en la política como medios de comunicación o como actores partidistas o funcionarios de gobierno, es común escuchar algunos reclamos constantes de lo que está pasando en el país. Nos preocupa la conducción del país, los grandes temas, esos que se platican en el primer círculo del poder y que son un eje en los medios nacionales, la televisión y la radio, pero no han entendido que esas profundas discusiones están lejos del día a día de lo que opina la gente en general.
Según algunas estadísticas de política y comunicación, solo el 9 por ciento de la población en el país estamos hablando de la conducción del gobierno federal, mientras que un 91 por ciento está metido en su vida cotidiana, en los problemas laborales, familiares, de escuela, de desarrollo, en su empresa o simplemente, hablando de temas más triviales.
La gente común no está inmersa en una oleada de críticas hacia el gobierno federal ni en una lucha por demostrar si AMLO tiene la razón o no, si AMLO sabe o no sabe. La mayoría de los mexicanos está consciente de que López Obrador es el presidente de la República y al igual que otros personajes, ahora es su turno de ocupar la silla presidencial y tratar de resolver los problemas del país, que son muchos y que a la fecha ningún funcionario los ha podido solucionar todos.
El pueblo ha delegado su poder sobre Andrés Manuel y le ha dejado a él toda la tarea de solucionar el México actual con todas sus aristas y matices. Quizá no es lo más idóneo, pero es lo que pasa cada sexenio en nuestro país, la gente vota, y luego vuelve a su vida cotidiana con la esperanza de que en todo lo que cambie el nuevo gobierno, una parte de ese cambio le favorezca.
Solo los enemigos de AMLO y sus amigos, están pendientes de lo que le ocurre todos los días, cada hora o cada segundo. El resto de los mexicanos tenemos otras ocupaciones que nos distraen de estar completamente atentos a la política, al poder y a las decisiones del gobierno. Algunos escuchamos cambios en el sistema de salud y pensamos que, ojalá, cuando nos enfermemos u ocupemos este servicio sea mejor o por lo menos, no tan malo como lo pintan los detractores de Andrés Manuel.
Algunos otros escuchamos de los cambios en el SAT, buscamos información, revisamos algunas cosas y después, llegamos a dos conclusiones, ese es trabajo del contador que contratamos o tenemos y dos, si yo estoy bien, nada malo va a pasarme en mi relación con Hacienda, nos convencemos a nosotros mismos de que pagamos impuestos, en tiempo y forma y así el presidente rifa el avión o no, o si el INSABIN es o no gratis, no nos interesará hasta que pase.
Los políticos no han entendido que, por mucho que se esfuercen en este momento en discutir los temas torales del país con la gente, el pueblo no está en la misma intención, pues tiene problemas más inmediatos que entrarle al debate público. Debate público que no puede ni debe confundirse con lo que se vierte en redes sociales, es otra cosa. Las redes sociales no son debate público, son catarsis social donde se desahogan muchas de las frustraciones ciudadanas con groserías, chismes, versiones sin sentido, donde la razón casi en la mayoría de los casos está ausente. Hay opiniones no informadas, creencias y un exceso de un sentido común grotesco que opaca cualquier noticia o información que no tenga la tendencia mental de los usuarios.
Mientras tanto, los del primer círculo seguiremos tratando de compartir unos con otros las opiniones que tenemos y hemos tratado de fundamentar para tratar de tener la razón ante los demás, pero lo cierto es que a AMLO poco o nada le interesan algunas de las versiones políticas, mientras el pueblo le siga brindando su apoyo o le siga delegando la responsabilidad de entregar buenas cuentas a la larga, porque ya han sido muchos los ocupantes de la silla presidencial sin que alguno haya resuelto todos los problemas.
Unos han logrado solucionar la macroeconomía, descuidando la microeconomía esa que le importa mucho a la gente, mientras que otros han impactado en la gente, pero han descuidado otros factores nacionales, así las cosas: no hay presidente perfecto, ni lo hubo, ni lo habrá. Solo algunos entregan resultados mejores que otros.