Por Julio Requena
Durante nuestra vida, hablamos con nuestros familiares, amigos, vecinos, con nuestra novia, esposa, amante; con nuestro jefe en el trabajo, con nuestros compañeros de labor o incluso con nuestros subordinados en la escala de mando, pero casi nunca hemos practicado el platicar con nosotros mismos, algunos por no parecer locos, otros por no darle importancia y los más porque seguramente no tienen nada que decirse.
Hemos ido por la vida pensando que nuestros hechos hablan y que fuera de lo que hagamos no hay nada más que decir, y ciertamente para el mundo eso sea suficiente, así como para la gente que nos rodea, pero para uno mismo siempre es posible profundizar en si lo que paso fue lo que queríamos, si lo que hicimos nos dejó satisfechos o hubiéramos preferido otro contexto, otra oportunidad.
Hay cosas que hicimos de manera automática por no decir de manera autómata que al revisar detenidamente no se ajustan a lo que creemos o predicamos como personas o como profesionales o como familia o como empresa, pero nos convencemos que tenemos que vivir con ello, ahora y para siempre… y si no fuera así.
Este periodo de contingencia donde muchos recomiendan leer un libro, tomar un curso en línea, aprender otro idioma o enfocarse en lo verdaderamente necesario para sobrevivir, también es una excelente oportunidad para hablar con uno mismo, para revisar todo a detalle, el plan de vida que trazamos, el plan de vida que estamos ejecutando o el plan a futuro dentro de esta cuarentena o cuando acabe la misma.
Hablar con uno mismo no es locura, sino una manera de reflexionar. Tenemos que tomar en cuenta tres cosas: el pasado no se puede cambiar, en el presente se puede buscar un mejor contexto antes de ejecutar los cambios y el futuro se construye con acciones, no con sueños ni deseos. Si hay cosas que reconoces que no estás haciendo bien, cámbialas, si hay cosas que te llenan y te parecen bien, síguelas haciendo. Si no vas hacia dónde quieres ir, adecua el plan; si vas directo a dónde deseabas dale continuidad a lo que desarrollas.
Hablar con uno mismo es para reconocer lo que estás haciendo, compararlo con lo que pensabas, ver que tan satisfecho o no estas con los resultados y el balance final debe marcar los cambios o seguimiento a las acciones diarias.
PARA EL CUADERNO DE TAREAS… en esta contingencia y a manera de reflexión los partidos políticos y sobre todo sus militantes tienen que entrar a una etapa de revisión de su congruencia, pues muchas personas han migrado a partidos de izquierda como MORENA o PT por su crecimiento electoral y por ser el partido en el poder desde la Presidencia de la República hasta las delegaciones en su comunidad, pero poco o nada saben de la ideología que los sostiene o les dio origen.
Por ejemplo, hay gente en contra del aborto, en contra de los matrimonios del mismo sexo dentro de estos partidos de izquierda que están a favor del ejercicio de dichos derechos individuales y viceversa, hay ciudadanos que están a favor del aborto y de las uniones igualitarias y se han ido a refugiar al PAN por estar en contra del presidente Andrés Manuel, en contra de MORENA y de varios de sus representante.
Hay que trabajar más la congruencia como militancia y hay que aprovechar para leer las letras chiquitas que implica pertenecer a un partido político.
PARA EL LIBRO DE RELIGIÓN… Como personas también hay que tomar en cuenta la postura que ha asumido la iglesia católica con relación a la pandemia al cerrar sus templos o parroquias para evitar la propagación del virus y hacer el llamado a que estas se trasmitan a través de las redes sociales hacia los feligreses.
Caben dos acotaciones: a las iglesias el COVID19 las agarró sin estar preparadas para la era digital, pero a sus feligreses igual, porque estarán muy preparados para seguir chismes, memes, y noticias falsas en Facebook, pero no podían encontrar ni la cuenta del amigo que estaba trasmitiendo en vivo las ceremonias religiosas. A lo mucho, todos podían sintonizar el canal del Vaticano, pero la parroquia de su colonia no.
La segunda es que, las bendiciones nunca están de más ni de menos, pero algunos sectores religiosos se dieron a la tarea de tejer cubrebocas o batas de hospital para hacerlos llegar a los nosocomios en esta dura temporada y como dice el refrán: Ayudan más las manos que hacen que las bocas que rezan.