Por Julio Requena
Recientemente en el Estado de México han alzado la voz varios actores del gremio periodístico para denunciar las agresiones físicas y verbales que han sufrido compañeros en activo de parte de policías y funcionarios de seguridad pública al impedir realizar su trabajo, pero además acosar y amedrentar para que no sigan investigando hechos policiales.
Sin embargo, también se ha hablado de agresiones o violencia a quienes están investigando casos políticos de algunos alcaldes, diputados o el mismo gobernador, sin que llegue a la violencia lamentable de una muerte en el gremio. Estas protestas y pronunciamientos, sin duda son preventivos para tratar de evitar que escenarios graves que se viven en otras entidades de la Republica se vivan en el Estado de México. Pero a las autoridades parece importarles poco y ven en esta situación un reclamo económico de pago de publicidad al grado de llamar a unos cuantos para tratar de calmar el asunto.
Se equivocan de estrategia, las agresiones –primero- deben parar hacia todos los compañeros que cubren nota policiaca, hacia los medios regionales que publican y cuestionan a las autoridades municipales, distritales y locales y debe ir acompañada con una capacitación en derechos humanos. Los protocolos son fundamentales y el memorándum debe decir que los periodistas no somos sus enemigos, sino que solo hacemos nuestro trabajo. Si algo está mal hecho, lo está con prensa o sin prensa, por lo que si no quieren que se difundan sus errores no los cometan; si los comenten, corríjanlos oportunamente y difúndanlo, antes de que otros lo descubran.
Segundo, deben terminar las agresiones financieras. Es decir, eliminar la postura de que al pagar una publicidad se compra el criterio o línea editorial de un medio de comunicación para su protección o silencio.
Hay sectores que se quejan de una campaña en su contra sistemática cuando el mismo gobernador es cuestionado todos los días y no sale a quejarse en las reuniones del trato que le da la prensa. Estos sectores también cuestionan y pagan para criticar al mandatario en turno, pero consideran que eso no está mal, porque su ‘postura’ es la única que no merece cuestionarse. Entonces ¿dónde queda la libertad de expresión?
La libertad de expresión es para todos, no solo para los que creen que se paga publicidad y se compra seguridad, para que ellos critiquen sin ser criticados. Que equivocados están los que defienden la libertad de expresión tratando de callar a los medios que les son incomodos.
PARA LA AGENDA… al gobernador la han encontrado algunas cuentas no declaradas en el extranjero, supuestamente relacionadas con una empresa que lo invitó a ser socio y a la que él afirma no haber aceptado, sin embargo, el descredito generado por la falta de una estrategia de comunicación eficiente no le permite que su respuesta o deslinde tenga el mismo efecto que el golpe asestado.
En los medios nacionales donde podría contestar este tipo de imputaciones solo se le ve como un cliente más, que anuncia Tarjetas Rosas (algunas “sin fondos”) similares a las de varias tiendas comerciales que les llaman ‘monederos electrónicos’, pero nunca se le ha considerado como un estadista mexicano ni mucho menos como un personaje político de peso a que hayan entrevistado, sin que haya un pago de por medio. Es decir, el gobernador parece más un cliente comercial que un político al cual darle voz por su pericia o su peso en la política nacional.
En los medios locales, pasa algo similar, nada más que acá paga para ser reconocido como ‘importante’ político estatal y muchos de los diarios, televisoras y radiodifusoras lo consideran el principal patrocinador de los mismos. Esto acompaña la estrategia de pagar 500 medios de a mil, es decir, repartir migajas al resto de los que se acercan diciendo que tienen un medio o son reporteros, dado que no se tiene la capacidad de analizar qué medios valen la pena y quiénes no. Cuando con esos 500 mil se podrían estar haciendo acciones de posicionamiento del mandatario estatal a otro nivel.
En fin, darle a todos no es darle a los indicados.