Por Jorge A. Rosas
En la antigua Roma, cuando había una reunión y en la puerta de la entrada se colgaba una rosa, los temas tratados eran confidenciales. (sub rosae)
- La Cuarta Transformación, la promesa de un gobierno histórico a la que ya le han pasado las primeras facturas de un poder que no aún no ejerce.
- Desaprobación de la Cuenta Pública 2017, primer amago de una legislatura de mayoría de Morena.
A casi dos semanas de que Andrés Manuel López Obrador rinda por fin protesta como presidente Constitucional de México, su administración, que el mismo ha denominado la Cuarta Transformación y que vendió como la promesa de un gobierno histórico, ha sufrido demasiado y de manera innecesaria desde el 2 de julio pasado.
Una vez declarado triunfador del pasado proceso electoral, Andrés Manuel y su grupo olvidaron lo importante que era hacer de la transición un periodo que les permitiera ir perfilando a su gabinete y sus primeras acciones de gobierno poniendo especial atención a que la comunicación de campaña y la de gobierno si bien son muy parecidas, cada una tiene su importancia y su manera de mandar mensajes.
Lejos de ello, desde los primero días prefirieron salir a los medios de comunicación con declaraciones y acciones que a unos días de tener el poder constitucional, han pasado ya las primeras facturas con cargo a una administración que ni siquiera ha comenzado.
Ese desgaste de su capital social se ha incrementado en los últimos días con decisiones de un grupo que aún no gobierna y que en su afán de empezar a hacerlo, han dejado un gran cuestionamiento no sólo en aquellos que no votaron por ellos, si no, incluso en grupos que hace unos pocos días habían visto en Morena una posibilidad de cambio en el modo de gobernar.
Andrés Manuel y su equipo se equivocan si piensan que su comunicación deberá ser dirigida, como en campaña: sólo a un grupo social con el suficiente soporte para poder mantenerlos en el poder; por el contrario, el principal fin de la comunicación de todo gobierno debe de ser legitimar sus decisiones ante el mayor número posible de ciudadanos.
Por lo pronto el próximo gobierno ha decidido correr el riesgo de apostar a la polarización de buenos contra malos, acentuándolo en ejercicios disfrazados de participación ciudadana, como es el caso de sus consultas, en las que los resultados, que obviamente saldrán a su favor, son ocupados como su principal premisa para salir a decir que es el “pueblo” quien ahora es tomado en cuenta.
Más allá de filias y fobias políticas, lo que hoy sucede en la próxima administración pública no puede ser bueno para nadie, ni para aquellos que simpatizan con Andrés Manuel, ni para aquellos que no le ofrecieron su voto.
A nadie le funciona una administración desgastada, que polariza, y que ha tenido que recomponer su discurso de campaña antes de ser gobierno; primero ofrecieron desaparecer la reforma energética para al otro día decir que tendrán que esperar; decidieron decir que no habría más militarización de la seguridad pública y terminan mandando una propuesta de ley que resulta inconstitucional.
No en balde, este martes los diputados de Morena presentarán una iniciativa de reforma para modificar la Constitución y permitir que elementos de las fuerzas armadas, adscritos a la Guardia Nacional, anunciada hace unos días por Andrés Manuel López Obrador, puedan, de forma permanente, patrullar calles, prevenir delitos, e incluso detener personas.
Andrés Manuel y su grupo no pueden olvidar que si bien hoy tienen la mayoría legislativa, de municipios y de posiciones de poder, su primera gran consulta será dentro de tres años, cuando por primera vez como un partido nacido en la oposición tenga que enfrentar las urnas como un partido en el poder, y que por ahora, no han entendido como poder hacer tersa esa transición.
- Tip: “El principio de que la mayoría tiene el derecho a gobernar a la minoría convierte a todo gobierno en una competencia entre dos cuerpos de hombres, entre quienes mandarán y quienes serán esclavos; una competencia que nunca podrá terminar mientras el hombre se resista a ser esclavo.” Lysander Spooner.
Por primera vez en la historia del Estado de México la Legislatura Local decidió no aprobar el informe de la Cuenta Pública Estatal 2017 elaborado por el Órgano Superior de Fiscalización del Estado de México (OSFEM) que horas antes ya había sido aprobado por la Comisión de Vigilancia.
Eso fue suficiente para que a través de sus redes sociales, Horacio Duarte Olivares, mexiquense cercano al grupo de poder del presidente electo, lanzara un mensaje en el que “confió” en la memoria y congruencia de sus compañeros de partido para rechazar en el pleno dicho informe.
Su “sugerencia – línea” no pasó desapercibida, el pasado jueves, la mayoría legislativa de Morena se hizo valer por primera vez y terminó por regresar a comisión la cuenta pública para dar mayor seguimiento a las 7 mil observaciones resarcitorias municipales, que implican más de 3 mil millones de pesos, y a las más de 150 estatales que se traducen en poco más de 270 millones de pesos.
El tema podrá no será más que mediático si no son capaces de lograr que las acusaciones que hoy utilizan como bandera política para exigir transparencia en el destino de los recursos públicos, (y que son la exigencia de miles de mexiquenses) no pasen de ser sólo eso, simples acusaciones desde su curul.