En la antigua Roma, cuando había una reunión y en la puerta de la entrada se colgaba una rosa, los temas tratados eran confidenciales. (sub rosae)
Por Jorge A. Rosas / jorge.rosas.cuenca@gmail.com
- Hace 55 años el PRI sufrió su primera derrota en el Estado de México.
- El relevo en la dirigencia del PRI, debe ser un ejercicio obligado de renovación y reflexión.
Han pasado más de 55 años desde que el Estado de México vio la primera derrota del PRI a nivel municipal. La noche de aquella jornada electoral, los primeros resultados en los 102 municipios existentes arrojaban una victoria en 4 municipios para 3 candidatos independientes y uno para un partido diferente al Revolucionario Institucional.
Al final de la jornada el PRI perdió en sólo dos municipios ante candidatos independientes, y Guillermo Molina Reyes se convirtió también en el primer presidente del partido en entregar esas posiciones.
33 años más tarde, la primera prueba del priismo vendría con Heberto Barrera a la cabeza, ya que en las elecciones de 1996, se perdería por primera vez la mayoría en el Congreso Local y más de 40 presidencias municipales, lo que obligó a que tres meses más tarde presentara su renuncia.
4 años después, en el 2000, con Fernando Alberto García Cuevas en la dirigencia estatal, el PRI volvió a enfrentar una derrota que lo ponía como segunda fuerza en el Congreso, y perdería importantes municipios del Valle de México en el llamado corredor azul; días más tarde el presidente del PRI dimitió a su cargo.
El pasado primero de julio, con Ernesto Nemer en la dirigencia, el Partido Revolucionario Institucional perdió la elección presidencial, los espacios al Senado, cerca de 100 municipios, ganó solo tres de 41 distritos federales y quedó con una bancada reducida a un pequeño número en el Congreso Local, lo que representa el peor resultado electoral en toda la historia del priismo mexiquense que, pasado el periodo de silencio obligado, levantó la voz de sectores del partido pidiendo un relevo en el Comité Directivo Estatal.
Desde las columnas de opinión y a través de las redes sociales iniciaron las presentaciones de los posibles escenarios de un relevo y muchos incluso, esperaban que en la reunión del gobernador Alfredo Del Mazo con la actual dirigencia y los abanderados del PRI de la pasada elección, se asomara una posible señal de dicho movimiento.
Más allá de los resultados poco halagadores que hoy presenta el PRI mexiquense y que muchos achacan a Nemer Alvarez, no se puede olvidar que sigue siendo el partido más importante a nivel nacional, no sólo por la cantidad de electores que aún mantiene, si no por el nivel y experiencia política de sus militantes y cuadros, que en automático, al momento en que el PRI pierde a su figura presidencial, colocan al gobernador de la entidad al frente de la lista de posibles presidenciales, por tener la cantidad necesaria de capital político y económico que representa el priismo estatal.
El PRI, tiene que pensar que antes de una nueva dirigencia, debe contar con la capacidad de reflexión y de cicatrización necesarias para enfrentar un proceso electivo que podría tensar muchas líneas que hoy parecen rotas.
Hoy es un partido de oposición en el ámbito legislativo local y federal, así como en la mayoría de municipios, dejará de recibir el mejor financiamiento del Instituto Electoral del Estado de México y ya no tendrá el poder que significa tener los mayores espacios en radio y televisión para difundir sus spots y los lazos con quienes fueron sus aliados políticos históricos, el Verde Ecologista y Encuentro Social no parece atravesar sus mejores momentos.
Se requieren perfiles específicos, y si bien tiene una clase política que inmediatamente coloca nombres y apellidos para enfrentar el reto, es necesario que el relevo de la actual dirigencia, que por cierto tiene el carácter de sustituta, ya que está cumpliendo un periodo estatutario que vence este año, tenga la madurez y la inteligencia necesarias para enfrentar un panorama que dejó una elección como la del pasado primero de julio, en donde una cosa debe quedar en claro para quien quiera que sea el elegido: la militancia ya no es un cheque en blanco como solía serlo.
Tip:
“Ad verberis ad verbera” (de las palabras a los golpes)
Las últimas decisiones del hoy presidente electo Andrés Manuel López Obrador, de nombrar a Manuel Bartlett al frente de la Comisión Federal de Electricidad, la de Octavio Romero Oropeza al frente de Pemex, y la de anunciar la condonación a la deuda a morosos con la CFE, no han hecho otra cosa que generar ruido en contra del político tabasqueño, que fiel a su viejo estilo, ha preferido hacer oídos sordos a las críticas.
Comunicadores y personajes públicos que han decidido cuestionar esas acciones en sus espacios, han sido blanco de campañas de odio por parte de cientos de seguidores del presidente electo a través de las redes sociales, lo que espero sólo sea un pésimo ejercicio de quienes aún no entienden que tener el poder, no significa en ningún momento tener la verdad absoluta.