Bajo la Rosa

En la antigua Roma, cuando había una reunión y en la puerta de la entrada se colgaba una rosa, los temas tratados eran confidenciales. (sub rosae)

Por Jorge A. Rosas / jorge.rosas.cuenca@gmail.com

  • Después de un proceso electoral de 11 meses, y de 12 años de campaña, Andrés Manuel López Obrador por fin es presidente electo de México.

Tuvieron que pasar 12 años desde su primer intento, y 11 meses del último proceso electoral para que por fin, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) validara las elecciones del pasado primero de julio y entregará la constancia que acredita A Andrés Manuel López Obrador como presidente electo de México.

La historia inicia hace 30 años, cuando el tabasqueño enfrentó su primera contienda electoral en 1988 como candidato a la gubernatura de Tabasco por el Frente Democrático Nacional, donde, luego de renunciar a su militancia en el PRI, perdió al obtener poco más del 20% de las preferencias electorales.

En 1991, como presidente del naciente PRD en Tabasco, acusó que en aquellas elecciones para renovar legislatura y alcaldías había existido manipulación de actas y votos por parte del partido en el poder. Tres años más tarde, en 1994 volvió a postularse como candidato del PRD a la gubernatura, que en aquella ocasión perdería con el priista Roberto Madrazo.

En el 2000 compite por la jefatura del Gobierno del Distrito Federal, elección que gana y le permite mantener un capital económico y político de cara a la elección presidencial del 2006, en donde pierde ante Felipe Calderón Hinojosa con una diferencia menor a 250 mil votos, lo que ocasiona que otra vez, anuncie “fraude”, desacredite la función de las autoridades electorales del país y recurra a su plantón en Paseo de la Reforma, y días después se declare presidente “legitimo.”

Seis años después, en la elección del 2006, Andrés Manuel López Obrador, ahora abanderado a la Presidencia por la Coalición Movimiento Progresista pierde ante Enrique Peña Nieto con una diferencia cercana a los 7 puntos porcentuales, es decir, casi 3 millones de votos. Por quinta ocasión en su carrera, el tabasqueño alega fraude y descalifica al entonces Instituto Federal de Electores (IFE) y a las autoridades del Poder Judicial que calificaron la elección.

Si, es curioso, justo a esas mismas autoridades que el pasado 8 de agosto, después de tres décadas, 6 candidaturas a diversos cargos de elección popular y 4 derrotas, por fin le entregaron su Constancia como Presidente Electo de México luego de lograr un respaldo del 53.9% de la votación total emitida.

Este es el Andrés Manuel de los contrastes, el mismo que un día manda al diablo las instituciones y desacredita su credibilidad, menos, claro está, cuando su partido recibe la prerrogativas que esas autoridades se encargan de suministrar mes con mes, y que por supuesto, ahora será con cifras más halagadoras.

Es el mismo Andrés Manuel de siempre, el que en campaña pide y grita terminar con el dispendio de partidos y altos sueldos de jueces, que el que meses después, cuando los vientos le son favorables, se reúne con los integrantes del Poder Judicial a quienes “pide” sueldos menos onerosos, tal vez, porque alguien le pudo decir al oído, que su propuesta que se convirtió ya en exigencia social, es simplemente anti consitucional, claro, por el momento…

 

Tip:

“Es más fácil luchar por un trono que seguir sentado en el.”

Justo ahora, después de ser oposición por más de tres décadas, y poder abordar todos los temas de la agenda nacional desde la visión de que el gobierno no hace y lo que hace está mal, que hoy el presidente electo enfrentará la difícil tarea de ser quien administre a un México que votó por la esperanza.

Su elección, sin duda, deja grandes lecciones y corrobora lo que muchos estudiosos han dicho sobre la orientación del voto: siempre ganará el sentimiento por encima de la razón, y efectivamente, los grandes estrategas lo primero que hacen es generar y mover un sentimiento hacia una campaña, lo que curiosamente, hace 12 años, con una estrategia de “miedo”, le quitó el triunfo al político tabasqueño.

Pasada la luna de miel democrática, los partidos jugarán su papel de oposición y se convertirán en los principales detractores de Andrés Manuel, pero también, parte de la opinión pública, que desde ahora, ya cuestiona algunas de sus principales decisiones.

El gran reto para López Obrador será mantener viva la esperanza de un cambio que millones de mexicanos creyeron y votaron, sin olvidar que todo ejercicio de poder terminar por desgastar a quienes tienen que ejercerlo.