Por Jorge A. Rosas.
En la antigua Roma, cuando había una reunión y en la puerta de la entrada se colgaba una rosa, los temas tratados eran confidenciales. (sub rosae)
- Trump, la otra cara del nacionalismo.
En días pasados el presidente de Estados Unidos lo hizo nuevamente, fiel a su estilo desde que era candidato por los republicanos, anunció que el próximo 10 de junio ese país aplicará el 5 por ciento de aranceles (impuestos) a todos los productos mexicanos que los estadounidenses compren.
La realidad es que además de ello, anunció que dichos impuestos serán graduales, mientras el gobierno mexicano no haga algo respecto para disminuir el flujo de migrantes por nuestro territorio y que tienen como destino los Estados Unidos, es decir, dicho impuestos podrían incluso llegar a un 25 por ciento del total del costo de los productos mexicanos.
Ese anuncio lo hizo el mismo día que integrantes de la patrulla fronteriza detuvieron a más de mil extranjeros ilegales que cruzaron por la frontera de El Paso, Texas por la madrugada, es decir al grupo más numeroso del que se tenga conocimiento hasta ahora.
Tal vez esta acción fue el detonante que quería para justificar sus acciones de gobierno como lo hizo en su campaña política para la presidencia, exaltar al máximo el nacionalismo y gritar a los cuatro vientos su obligación de cuidar de los intereses de los estadounidenses, que al final de cuenta, fueron quienes lo eligieron.
El presidente Donald Trump sabe que no necesita de la simpatía de los mexicanos, y menos aún de su gobierno, pero sí de una base electoral en su país que fue lo llevó al triunfo por la presidencia gracias a su discurso patriótico.
Además, con este anuncio también mandó un mensaje de autoridad a los demócratas, ya que hizo uso de la Ley de Poderes Económicos de Emergencia Internacional que existe en su país, y que permite que el presidente pueda regular, sin consultar al Congreso, sobre actividades económicas tras declarar una “emergencia” por una amenaza inusual y extraordinaria, que en este caso, encontró en la inmigración, su mejor caldo de cultivo.
De acuerdo con Trump, Estados Unidos tiene un déficit comercial de 100 millones de dólares con México, además de que el 90 por ciento de las drogas que se consumen en aquél país pasan por nuestras fronteras, a lo que se suma el 30 por ciento de su producción de automóviles está asentada en nuestro territorio. Tan solo General Motors, construye 800 mil autos en México cada año.
No debemos olvidar además que tan solo el año pasado, poco más del 79 por ciento de las exportaciones de México tuvieron como destino los Estados Unidos.
Los estadounidenses vendieron unos 300.000 millones de dólares en bienes a México en 2018 pero compraron 345.000 millones de dólares por lo que efectivamente existe un déficit en su balanza comercial.
Más allá del nacionalismo que una declaración como la del Presidente de nuestro país vecino hizo, está también la batalla legal que eso representa, y aquí no entraré en detalles sobre la carta de contestación que nuestro presidente Andrés Manuel López Obrador hizo, sino en los instrumentos que la pretendida acción de Donald Trump aún tiene que enfrentar.
De entrada el pago de dichos aranceles, los tendrán que enfrentar los consumidores estadounidenses, que en última instancia son los que pagan por las importaciones, no los países exportadores.
Además, el Congreso de Estados Unidos aún puede poner fin a la “emergencia” con una resolución conjunta, aunque el veto presidencial pueda imponerse también.
Por lo pronto, la misma Cámara de Comercio de Estados Unidos adelantó que consideraban opciones legales para enfrentar el cobro propuesto por el presidente.
No olvidemos además, que en los últimos días de Enrique Peña Nieto como presidente, México firmó el Acuerdo Estados Unidos-México-Canadá (USMCA, por sus siglas en inglés/ T-MEC, en español) y aunque todavía no está ratificado por nuestro Senado, si tiene ya un peso comercial que podría ser aprovechado por nuestras autoridades para evitar los aranceles que se pretenden cobrar a los productos mexicanos
Así que más allá de nacionalismos desbordados, que incluso nos hacen generar eco en el llamado al no consumo de productos estadounidenses, -lo que irremediablemente nos afectaría más a nosotros como país- primero debemos entender que, nos guste o no, Estados Unidos es nuestro socio comercial más importante, pero sobre todo, que pese a todo, las determinaciones que hoy tome el actual presidente de aquél país no son eternas.
El año próximo, los estadounidenses volverán a las urnas para elegir presidente, y de no resultar reelecto Donald Trump, entonces se podrá negociar con otra visión en la presidencia del país vecino.
Por lo pronto, Trump consiguió lo que quería, atraer la atención hacia el tema que él quiere que se discuta y, por lo pronto también, bajo sus reglas.
Por cierto, Andrés Manuel López Obrador es el primer presidente de México que no ha hecho una gira internacional en sus primeros seis meses de gobierno.
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