Por Carlos Ugalde Sixtos
En la mañanera del jueves 4 de junio, el presidente de México se atrevió, por enésima vez, a decir una más de sus ocurrencias, solo que esta vez, muchos se la podían tomar como una impertinente burla, entre ellos los familiares de los once mil fallecidos por Covid 19. El primer mandatario dijo que para no contagiarse de coronavirus la receta era no robar, no mentir y no traicionar. Pero el número de los ofendidos es mucho mayor si sumamos a los miles de enfermeros y médicos que a lo largo y ancho del país están luchando a diario contra la pandemia arriesgándose al contagio por no contar con el equipo necesario para evitarlo. Y aumentará todavía más si le sumamos las decenas de miles que en algún momento resultaron positivos pero que a duras penas lograron superar el contagio y no se diga los que, en estos momentos, aún no saben si la van a librar o van a pasar a sumar la tétrica cifra de fallecidos.
En fin, creo, sin lugar a dudas, que lo que el señor presidente logró con esos “consejos”, tan desafortunados e hirientes, fue el rechazo, el repudio y hasta el odio de varios millones de mexicanos. Y no es para menos, ya que había tenido ya al inicio de la pandemia otros desplantes llenos de comicidad como aquél de las estampitas y sus constantes llamados a no hacer caso a las medidas para prevenir los contagios, etc. Y si a eso le agregamos que muchos mexicanos, más o menos informados y críticos, están enterados que a inicios del presente año le hizo un recorte presupuestal a la Secretaría de Salud por mil quinientos millones de pesos y en cambió al tren Maya (que para nada es prioridad en estos momentos) le dieron 22 mil millones, que está encaprichado con el proyecto de Dos Bocas y con el del aeropuerto de Santa Lucía, que compró un estadio de beisbol, etc. Y, por otra parte, que la gente mas cercana a él, se ha estado aprovechando de la situación para hacer business descaradamente. Y las preguntas que más se escuchan entre los trabajadores son “¿no que los pobres eran primero?” y ¿no que él no iba a permitir la corrupción?
Por su parte, el secretario de Salud López Gatell, cada vez que se supera el número de muertos por día, sale con la misma cantaleta de que “son cifras acumuladas que no se habían reportado a tiempo”. Mientras el presidente las minimiza diciendo que a comparación de otros países, esto no es nada, que no se caiga en pánico, que vamos bien, etc.
Pero además, y por si fuera poco, el presidente no acepta la información del Inegi, en el sentido de que en el mes de abril 12.5 millones de trabajadores quedaron desempleados. Tampoco reacciona ante el hecho de que este año por lo menos diez millones pasarán a engrosar las filas de los pobres.
Si hubiera destinado recursos a las dos cuestiones prioritarias del momento, la salud y alimentos para la gente en cuarentena, en vez de aferrarse a sus proyectos no prioritarios y de muy dudoso éxito, otra cosa estuviera circulando en el ambiente político. Pero el hubiera no existe y lo hecho (o mas bien lo no hecho), hecho está. El presidente y su Partido tendrán que pagar el costo político de esta inacción, por llamarle de algún modo, ante la pandemia. Decía Nicolás Maquiavelo en su célebre libro El Príncipe, si quieres conservar el poder lo más importante es no hacerte odiar por tus súbditos, de lo contrario, ellos estarán esperando, y a la primera oportunidad que se les presente, te quitarán el gobierno y no habrá fuerza capaz que te salve, ni fortalezas, ni dineros. Y también decía Maquiavelo que la primera opinión que se tiene del juicio de un gobernante se funda en los hombres que lo rodean. Vea usted, caro lector, como parece que el presidente ha hecho exactamente lo contrario de lo que aconsejaba Maquiavelo. De cualquier manera podemos ejercer el derecho a la duda y dejar el veredicto para cuando tengamos los resultados de las elecciones del 2021. Y entonces sabremos si El Príncipe sigue vigente o ya caducó