- Refleja la Celebración del Día de Muertos la fusión entre dos culturas: la hispana y la indígena.
- Se realizan en el pueblo mazahua una serie de rituales, entre los que destacan, la recepción y despedida de las ánimas.
Toluca, Estado de México, 31 de octubre de 2018. La Celebración del Día de Muertos refleja la fusión de dos culturas, la hispana y la indígena, y este acontecimiento en el Estado de México cuenta con una gran riqueza multicultural, debido a las costumbres y tradiciones de sus cinco pueblos originarios: mazahua, otomí, nahua, matlazinca y tlahuica.
Dicha tradición, arraigada de generación en generación, es un acontecimiento importante, en donde las comunidades indígenas enteras participan en la realización de una serie de rituales, entre los que destacan la recepción y despedida de las ánimas, la colocación de ofrendas, arreglo de tumbas y velar en los cementerios.
La fiesta de los muertos, conocida como O mbaxua yo añima, entre los mazahuas, consta de cuatro días. Comienza con el penúltimo día de octubre, en donde se ofrendan a las niñas y niños nacidas prematuramente.
El día 30 de octubre velan a las niñas y niños que fueron bautizados. Al día siguiente es el turno de los adultos y ancianos, y finalmente el 2 de noviembre es la convivencia general de los parientes terrenales, donde se reparte la ofrenda.
El significado de las ofrendas que colocan los mazahuas deriva de la concepción de que todos los muertos visitan la casa de los vivos para participar en la festividad.
Cabe mencionar que, antiguamente, los mazahuas concebían el espacio y el tiempo de forma circular, esto quiere decir que el mundo estaba en constante movimiento, ya que todo tiene un principio y un fin.
Razón por la cual este tipo de ofrendas están estructurada en forma de pirámide, denominada “los tres niveles del cosmos”.
Severiano Alonso Domínguez, representante del Grupo Cultural Mazahua “Amanecer del Llano”, explica lo que esto significa:
“Esta es una ofrenda prehispánica, están los tres niveles, que es el supramundo, inframundo y mundo. El inframundo es de nuestros difuntos que ya los enterraron, supuestamente decían que era el infierno; el mundo es el que estamos viviendo ahorita nosotros, ahorita en el presente en donde están los vivos; y el supramundo es el cielo donde se van las almas”.
Los principales componentes que constituyen la ofrenda son el agua, las flores y hojas, el pan, el copal y el ocote, pero también se colocan platillos prehispánicos, pulque y dulce. Todos ellos surgen de sus propios recursos.
“Era pura recolección de lo que nos daba el campo, los montes, era lo que nos dábamos a la tarea de recolectar. Los elementos son lo que nos da la naturaleza”, explicó Severiano Alonso.
Sin embargo, también hay elementos que destacan por su peculiaridad, ya que ellos tienen la creencia de que en la proximidad de esos días va precedida por una serie de signos, como las mariposas.
“Decían nuestros antepasados que las mariposas eran las almas de nuestros difuntos que llegaban a visitarnos en esta época de muertos. Entonces las mariposas nos anunciaban que ya se acercaban para ofrendarles algo”, dijo.
Uno de los motivos principales, por el cual se continúa con esta tradición es para enseñarles a sus hijos y a los jóvenes, qué es lo que se utilizaba, “para que no se pierda esa tradición que nos enseñaron nuestros abuelos, nuestros antepasados”, concluyó.