Por Ceci Pérez*
Actualmente el hablar de los pueblos indígenas u originarios en nuestro país, pareciera que ésta de moda, sin embargo más allá de ello, la gran mayoría de personas en nuestra sociedad no se sienten identificados con sus raíces y tratan de copiar un modelo de personalidad muy distinto al que en verdad pertenecen.
En nuestra realidad histórica, ¿Qué estamos haciendo por incluirlos en nuestras formas de gobiernos y que su voz se haga presente en las tomas de decisiones?
Históricamente, antes de la etapa precolombina, el pueblo mexicano se encontraba conformado por diversos pueblos con sus particularidades y semejanzas entre sí, pero con idioma distinto y sin ninguna relación gubernamental entre ellas, es decir no compartían su organización social, y que cada pueblo independientemente tenía a su gobernante, territorio y su población, de ahí que así fue, hasta que fueron dominados por los españoles por la conquista, misma que inicio a partir del año 1521 con la caída del imperio Azteca en Tenochtitlán.
En el dominio español de la época de la Colonia, se puede decir que la organización social, política y económica de la Nueva España como se le denominó, estuvo a cargo de los españoles.
En la época independiente, es decir a partir del año 1810 se vinieron dando cambios a la forma de organización social, política y económica, estallando así una revolución, misma que concluyó con la promulgación de la constitución de 1917, que es la que hasta nuestros días se encuentra vigente, obviamente con sus debidas adiciones y modificaciones, en la cual se estableció básicamente la organización que hasta nuestros días se encuentra en uso por la federación y los estado que la integran, así como los propios municipios y alcaldías como entes de gobierno.
Así, todo este proceso de cambios que sufrió el pueblo mexicano en cuanto a su organización social y estratificación de los niveles de gobierno, se puede distinguir que los pueblos indígenas u originarios, anterior a la llegada de los españoles, nunca se les consideró para que les fuera respetada la forma de organización social por ellos adoptados.
Por ello, durante la instauración del sistema de gobierno mexicano, se logra afirmar que no se realizó una consulta a los pueblos indígenas y originarios, que en su momento habían preservado sus usos y costumbres anterior a la época precolombina, es decir el pueblo mexicano a partir de la independencia y con la instauración de las distintas constituciones políticas que se fueron dando desde esa época hasta nuestros días, estos pueblos no se les solicitó una opinión o consulta si era voluntad de ellos preservar esta forma de gobierno de usos y costumbres, distinto claro es a lo que nuestros días existe, es decir a la presencia de partidos políticos que postulan candidatos, con el fin de acceder a un cargo de elección popular a nivel municipal, estatal y federal.
Finalmente, como se ha señalado, los pueblos indígenas u originarios nunca se les preguntaron si era su parecer adoptar ese sistema de organización y gobierno instaurado por el pueblo mexicano en su constitución, es mas, si era su deseo obedecer a las mismas leyes creadas.
En pocas palabras, el pueblo mexicano y su gobierno tiene una deuda pendiente con los pueblos originarios, puesto que desde el saqueo español del siglo XVI y hasta nuestros días, no se les ha considerado para que protejan y conserven su identidad, usos y costumbres, su idioma, la forma de organización política y diversas cualidades que la caracterizan como organización social indígena. De ahí que se logre entender que tanto las leyes mexicanas como el propio gobierno, impusieron sin consulta alguna todo el sistema político y de control social, llámese gobierno o leyes a los pueblos indígenas.
Cecilia Pérez Sánchez es Coordinadora Regional de Atención a Grupos Vulnerables en el Estado de México del Consejo Internacional de Derechos Humanos.