Para rescatar al campo mexiquense de la situación de crisis en la que se encuentra, que inició con el desmantelamiento de las instituciones en la primera reforma neoliberal impulsada por Carlos Salinas de Gortari, de acuerdo con el diputado Max Correa Hernández, él y los legisladores Maurilio Hernández González y Margarito González Morales coincidieron en que deben trabajar de manera conjunta las organizaciones, las autoridades y los campesinos, por lo que desde la 60 Legislatura impulsarán acciones específicas en beneficio del sector.
En el foro ‘El cambio climático y sus efectos en la producción de maíz y otros cultivos básicos en el Estado de México y en el país’, en el que participaron asociaciones y productores, los legisladores anunciaron que exhortarán al Senado de la República para que, en la ratificación del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica 11 (TPP, por sus siglas en inglés) y en la nueva versión del Tratado de Libre Comercio, México no sea incluido en el convenio de la Unión Internacional para la Protección de las Obtenciones Vegetales (UPOV) 91.
El diputado Max Agustín Correa puntualizó que se solicitará que México se quede en la UPOV 78 para que se mantenga la producción de maíz y otros productos con los maíces nativos, sin la posibilidad de patentar las semillas ni de utilizar transgénicos.
El legislador también se comprometió a que en la Comisión de Desarrollo Agropecuario y Forestal, órgano legislativo del cual es miembro y cuyo presidente es el diputado Margarito González, se revise el Plan Maíz propuesto por la Federación de Productores de Maíz del Estado de México, el cual consiste en el rescate de los maíces criollos nativos de la entidad, que son una alternativa ante el cambio climático por sus características de resistencia a la sequía, y que ese plan se considere en el Presupuesto de Egresos 2020.
Al recordar que el año 2019 fue declarado por el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, como el año del general Emiliano Zapata Salazar, dijo que debería quedar establecido el compromiso de los científicos, legisladores, organizaciones campesinas y campesinos de dar el paso inicial para dejar atrás la primera reforma neoliberal profunda producida por la alianza de Carlos Salinas de Gortari y el PAN, la reforma al artículo 27 constitucional que canceló el derecho de los campesinos a tener un pedazo de tierra y agua y también la obligación al Estado de garantizarlo, y que generó el desmantelamiento de las instituciones.
Subrayó que los campesinos, las organizaciones y los legisladores constituyen la fórmula idónea para lograr la Cuarta Transformación de la vida pública del país y luchar juntos por un modelo económico justo, con oportunidades, dignidad y bienestar, basado en los conocimientos y tradiciones de los pueblos y ejidos, en los principios de cooperativismo y apegado al ejercicio de los derechos humanos; además de que indicó que se debe legislar a favor de que los derechos de la naturaleza y de la tierra sean reconocidos.
El legislador Margarito González confió en que con el nuevo régimen se trascenderá del discurso a los hechos para rescatar al campo, y recordó que desde la 60 Legislatura se han impulsado iniciativas para defender a los bosques y combatir la escasez y mal manejo del agua.
Destacó que, en el gobierno federal, el Congreso de la Unión y la Legislatura mexiquense hay confianza en lograr un verdadero cambio en el campo mexiquense.
En las ponencias del foro, Alejandro Espinosa Calderón, del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (Inifap), destacó, en su exposición ‘Maíz: tesoro mexicano’, que antes de la instauración del neoliberalismo, México era autosuficiente en la producción de granos y después se convirtió en importador neto de cereales.
El investigador dijo que México primer importador de maíz del mundo, que en 2018 importamos 17 millones de toneladas de maíz, cinco millones de trigo y de soya y 95 por ciento del consumo total de oleaginosas, “lo que se traduce en una crisis terrible”.
Explicó que el maíz es una proeza tecnológica única en la historia, especialmente diferente por el salto tecnológico de las formas silvestres a las formas actuales; este cambio es increíble, desde el teocintle (que en náhuatl significa grano de dios), hasta las producciones que hoy tenemos en el mundo.
Agregó que en el país se cultivan poco más de 8 millones de hectáreas de maíz, 75 por ciento con semillas nativas, y hay 2.3 millones de parcelas, y en cada una existe por lo menos una variedad del grano que no es igual que la del vecino.
Por otro lado, Antonio Turrent Fernández, investigador del Inifap, en su exposición ‘La milpa’ explicó que, aunque a ésta se le adjudica la producción solo de maíz, se compone de otros productos, como calabaza y frijol, y es un modelo de alimentación saludable y pertinente para el humano.
El especialista en agronomía completa detalló que las milpas han sido parte de la alimentación de las familias y las mujeres han sido las encargadas de conservar y mejorar las semillas; a propósito, destacó la importancia del intercambio de granos con otros productores para mejorar las semillas nativas y fortalecer su resistencia, variedad y sabor.
Abel Muñoz Orozco, profesor del Colegio de Postgraduados y de la Universidad Autónoma Chapingo, en su ponencia sobre cambio climático, detalló que el comportamiento de las plantas con las sequías, cada vez más intensas y prolongadas, lo ha llevado a investigar sobre la resistencia de las semillas para lograr una mayor producción de alimento y que sean usadas en la elaboración de combustibles alternos al petróleo.
El especialista en la genética del maíz enlistó los tres tipos de cambios climáticos que han afectado la agricultura: el natural, el global y el microrregional, e invitó a los campesinos a buscar alternativas de granos que sean resistentes y les permitan aumentar su producción.
El investigador habló sobre el teocintle, la antigua gramínea silvestre a partir de la cual el hombre mesoamericano creó el eje de su cultura: el maíz.
En diálogo con los ponentes, los participantes plantearon temas como la justicia que el campo mexicano merece y la oportunidad que brinda el cambio de régimen para que el país logre la soberanía alimentaria; pidieron que se revalore el ejido y se rechace el uso de transgénicos, y pidieron el rescate del río Lerma, “en el que todos los días viaja la muerte”, cuya degradación se aceleró por la implantación del neoliberalismo que pone en riesgo los campos de cultivo cercanos.
Everardo Lovera Gómez, presidente de la Federación de Productores de Maíz del Estado de México, resaltó que con las exposiciones presentadas en el foro los legisladores tienen más herramientas y conocimientos para realizar su trabajo legislativo, e indicó que lo que busca el sector campesino es el reconocimiento de sus aportaciones a la producción y a los servicios ambientales, por lo que invitaron a los diputados a analizar el Plan Maíz en beneficio del campo mexiquense.