- Para el goce del derecho a una vida digna de las y los adolescentes hay que atender los estados emocionales negativos generados por la pandemia.
- Raquel Duque Vargas señaló que padres y madres de familia son los agentes de la salud emocional de las y los adolescentes.
Toluca, Estado de México.- El estrés y la ansiedad se han instaurado como enfermedades endémicas y crónicas, alimentadas por la pandemia de COVID-19 que provocó el aumento de casos de adolescentes estresados o deprimidos, al respecto, los padres y las madres, como encargados de darles una vida digna, libre y feliz, deben ser los promotores de los derechos fundamentales y fortalecer su salud emocional.
Así lo señaló la especialista, perito en grafología y sicología de la Fiscalía General de Justicia del Estado de México, Raquel Duque Vargas, invitada por la Comisión de Derechos Humanos del Estado de México (Codhem) para impartir la videoconferencia “Depresión y estrés en la adolescencia”, para reconocer signos y síntomas, y saber cómo ayudarlos para fomentar sus derechos.
Duque Vargas comentó que las y los adolescentes están creciendo en una sociedad donde el estrés y la depresión son, más que nunca, factores que los acompañan, y aumentaron con la pandemia de COVID-19, por factores como el ciberacoso o violencia digital que se incrementó 70% entre los menores de 10 a 18 años; en los primeros meses, según reporte del INEGI, se intensificaron estados emocionales como la zozobra, el desequilibrio, el duelo, el miedo o el aislamiento social y con ellos.
Explicó que cualquier persona puede sufrir estrés, pues se trata de una reacción biológica del cuerpo ante un desafío o demanda y se puede reflejar en enfermedades como la gastritis, colitis, migrañas y otras, sin embargo, en el caso de las y los adolescentes, tanto la calidad, como su derecho a una vida digna se ven afectados si no se atienden a tiempo esos trastornos.
En el caso de la depresión, que puede causar incluso el suicidio, los síntomas son falta de interés y de concentración, sentimientos de culpa, pérdida de autoestima, problemas para dormir o comer -ya sea de menos o de más- cansancio, malestar, llanto, irritabilidad, pérdida o aumento de peso y ansiedad, ante los cuales las madres y los padres deben de estar atentos a esos “focos amarillos o de alerta”, ya que necesitan atención.
La depresión es un fenómeno multifactorial que puede dejar marcas emocionales, como una cicatriz o herida, y hace más vulnerables a las y los adolescentes, por ejemplo, si atestiguan situaciones de peligro en otras personas y las interiorizan, eso los deprime; así como las decepciones personales, y debido a la pandemia, la pérdida de una forma de vida, la muerte de conocidos o seres queridos, así como la separación de las familias durante la emergencia sanitaria, les impide el ejercicio pleno de sus derechos.
Aseguró que es necesario ayudarlos a desterrar pensamientos negativos y luchar contra la desesperanza que a veces pueden experimentar las y los adolescentes; además, trabajar en tres aspectos en familia: el aquí, el ahora y el a mí, para hacerles entender que no deben preocuparse por eventos futuros, sino por el ahora, ni por lo que le pasó a otras personas, para que comprendan que son personas únicas que no tienen por qué vivir atemorizados, ya que pueden construir su propia superación.