“Yo no soy jaranero, soy un cenzontle, yo soy maromero”, dice la canción “Obertura maromera” de Pasatono Orquesta, lema cuyo director, Rubén Luengas, adopta como aspiración personal. La palabra cenzontle está formada por los vocablos centzontli y tototl, que en conjunto significan “ave de las cuatrocientas voces”, aunque la referencia a la que hacen alusión los integrantes del grupo musical originario de Oaxaca es otra.
En compañía de Verónica Acevedo, Patricia García, Edgar Serralde, Pablo Márquez, Jorge Martínez, Esteban Zuñiga, Sergio Martínez y Eloy Pérez, Luengas interpretó para los asistentes a Festival Quimera 16 canciones, entre las cuales destacaron “El zopilote mojado”, “La santanera”, “El mixteco”, “Copala”, “Sandunga balkan”, “Don Porfirio”, “Obertura maromera” y “El maromero”.
El originario de Tezoatlán de Segura y Luna, municipio de Oaxaca, recién despide al público que se dio cita en la plaza Benito Juárez para presenciar 70 minutos de espectáculo y explica en entrevista qué busca comunicar la agrupación.
“Pasatono es un diálogo musical que concilia y que comunica a varias generaciones, que comunica a varios instrumentos y varias tradiciones y temporalidades de la música que hay en Oaxaca. El público escucha música que pudo haber sido escuchada hace 100 años, pero también música nueva que componemos”, explicó Luengas.
El grupo, que surgió en 1998 y diez años después se reinventó con el proyecto Pasatono Orquesta, está conformado por un ensamble que evoca las antiguas agrupaciones mixtas de cuerdas, alientos y percusiones de la región mixteca.
“La migración en la región mixteca fue fatal para nosotros, fue un detonador para que la música cayera en un declive y en un vacío muy fuerte que prácticamente la desapareció. Esto fue fundamentalmente una de las motivaciones por las que se formó Pasatono, para recuperar esa parte de nosotros”, lamentó.
La influencia del grupo es la música tradicional mixteca y la indígena, aunque Luengas aceptó que también el jazz de Estados Unidos, los ritmos africanos que trajeron los españoles con la conquista y la reciente presencia de la comunidad romaní se han ido agregando a las composiciones de la música de Pasatono y a las de Oaxaca.
“Todo eso se escucha en Pasatono, pero siempre bien asentado en la música de la cultura mixteca de Oaxaca”, resaltó Luengas.
La música que tocan, destaca al artista, puede ser escuchada desde en el Teatro Macedonio Alcalá, en Oaxaca, en un teatro en Nueva York, hasta en un funeral, una boda o en un campamento en la zona mixteca en medio de la nada: “Todos los escenarios son propicios para Pasatono, hoy estuvimos en este gran escenario en el Festival Quimera, pero mañana podemos estar en cualquier lugar”.
La idea del nombre de Pasatono surgió porque así se llamaba antiguamente el bajo quinto, y se refiere al diapasón en donde se ponen los dedos en este instrumento, en la jarana o en el violín.
“También es una analogía con el pasajuego, que es la cancha de pelota del juego tradicional mixteco. Decían los viejos que un buen jugador hace arte en el pasajuego, y creemos que un buen músico hace arte en el pasatono”, destacó.
Para finalizar la entrevista, Luengas detalla que el mundo de los cenzontles es conocido como “la plana mayor”, sitio que describe como “algo muy bonito y simbólico, como un mundo paralelo al mundo real, un mundo simbólico; el territorio de los trovadores, de los cantores con el bajo quinto, en donde se reconocen a sí mismos como cenzontles o jilgueros”.
“Quisiera llegar a ser cenzontle algún día”, confiesa Luengas, quien junto con sus compañeros de Pasatono Orquesta fue despedido entre aplausos por el público que, de pie, agradeció el espectáculo ofrecido en el Festival Quimera.