- Presentan documentos que indican que los precios de los esclavos oscilaban entre los 100 y los 500 pesos de oro, según factores como la edad, el género y el estado de salud, entre otros.
- Indican que las mujeres esclavas elevaban su valor al estar embarazadas, ya que sus descendientes eran condenados al mismo desenlace.
Toluca, Estado de México.- El Archivo General de Notarías, del Instituto de la Función Registral del Estado de México (IFREM) tiene en su acervo documentos que datan del siglo XVII, los cuales constatan la compra-venta de esclavos en Toluca y Texcoco.
En la época virreinal, propietarios de haciendas, obrajes y tiendas, e incluso curas, adquirían a hombres y mujeres provenientes de Portugal, El Congo, Angola y el antiguo reino de Dahomey, hoy República de Benin, trámite que oficializaban ante los escribanos.
“Tenemos una gran variedad de compra-venta de esclavos. Esta compra-venta de esclavos era en lo que se refiere a esclavos negros, esclavos criollos”, indicó Emilia Delgado Trejo, Investigadora del Archivo General de Notarías, quien detalló las características de los documentos.
“En la escritura se manejaba que edad tenían, el precio, si padecían alguna enfermedad, si estaban sujetos a cautiverio”, comentó.
Un esclavo varón podía desempeñar trabajos de tundidor de telas o curtidor de pieles, mientras que las mujeres se enfocaban a tareas de servidumbre, molendera, tortillera o de atención a otros esclavos.
De acuerdo con la investigadora Juana García Guadarrama, los precios oscilaban entre los 100 y los 500 pesos de oro, y dependían de diversos factores como la edad, el género, el estado de salud, así como sus habilidades, destrezas y defectos, “-el esclavo- no tiene buenas costumbres, el documento lo señala así, con la palabra perverso, entonces por esa situación o por esa característica del esclavo su precio baja mucho”, explicó.
Las actas confirman que para su identificación, los esclavos eran marcados con una “S” y un clavo, como lo sustentan los casos de Texcoco, donde una esclava fue tatuada en el rostro con el nombre de su propietario y el de Toluca, en el cual se estampó lo que representa las letras “NB”.
Los documentos, que son conservados con medidas especiales, retratan casos como el de Gaspar de Villalpando Centeno, quien durante su inventario de bienes, declaró tener 27 esclavos, cuatro de ellos en calidad de huidos.
“Si él lo vendía, se aclaraba en la escritura de venta que aunque el esclavo estuviera huido cuando apareciera él seguía siendo su dueño y por lo tanto el comprador tenía que adueñarse del esclavo aunque no estuviera presente”, afirmó García Guadarrama.
También se preserva el documento registrado en la Notaría 1 de Toluca, a nombre de Don Gómez de León, quien documenta la propiedad de una tenería ubicada en Cacalomacán, donde trabajaban 27 esclavos, uno de ellos era invidente y fue amputado de sus extremidades inferiores.
En esta región, durante La Colonia, las mujeres esclavas elevaban su valor al estar embarazadas, ya que sus descendientes en automático eran condenados a la misma vida como José, un pequeño quien a sus tres años de edad fue vendido en 100 pesos según un acta del siglo XVIII.
Décadas antes de que Miguel Hidalgo y Costilla presentara el decreto para abolir la esclavitud en México, en esta región, se comenzó a diseminar esta práctica. Incluso la clase alta liberó a sus cautivos por diversos motivos aunque no recibieran una indemnización del estado “algunas veces incluso el propio dueño señala que por el amor y buena voluntad que le tiene al esclavo lo libera de todo cautiverio”.
A la distancia, estos documentos se convierten en testimonios tangibles de la cronología del país. En el marco de la conmemoración del Día Internacional del Recuerdo de la Trata de Esclavos y de su Abolición, el Gobierno del Estado de México, a través de la Secretaría de Justicia y Derechos Humanos, refrenda su compromiso de contar con un marco legal, justo y garante del desarrollo integral.