El gobierno no hace delincuentes, fabrica culpables en algunas ocasiones, pero no delincuentes, esos se forman por la pérdida de valores en familias donde desgraciadamente se ha roto la formación cívica y se ha perdido el gusto por el trabajo so pretexto de que se pagan salarios de miseria –y aunque es cierto- esto no justifica el vivir de la desgracia ajena, de arrebatar con violencia las pertenencias, el patrimonio o incluso la vida a otro ser humano.Esto sin duda incluye al llamado justiciero de La Marquesa, pues no existe derecho alguno para quitarle la vida a una persona, dado que la esencia de la ley es dar un justo castigo al infractor para intentar su rehabilitación, porque de lo contrario estaríamos impulsando la pena de muerte para cualquier tipo de delito.
En esa lógica absurda del hartazgo merecerían la muerte los roba-vacas, los roba-autos, los que causen lesiones, los que participen en una riña, los padres de que no den pensión, los empleados que ejercen el robo-hormiga en los negocios, los que conduzcan en estado de ebriedad, los que den y reciban mordida, los que gozan del enriquecimiento ilícito. Matemos a todos en el primer error que cometan, que no haya segundas oportunidades y dejemos de invertir tanto en el sistema de readaptación social, nótese la ironía.
Algunos dirán que es fácil hablar de no matar a los delincuentes para alguien que no ha sufrido los embates de la delincuencia y sin embargo, tengo que decirles que mi casa ha sido robada, mi carro le han dado ‘cristalazos’ y me han asaltado en varias ocasiones en vía pública, con pistola, con navajas, un solo asaltante o varios rateros y en ninguno de los casos he deseado que los maten, simplemente deseo recuperar mis cosas y que estos delincuentes paguen su castigo tras las rejas, lejos de la sociedad donde puedan no hacer más daño.
Desde mi punto de vista, solo merecen la muerte los homicidas, esa es la primera razón para no pensar en justicieros y vengadores anónimos.
La segunda razón es más grave: el poder y el sistema todo lo pervierten. Luego de la aparición del Justiciero van más de 20 muertos a manos de ‘supuestos’ justicieros, pero nada nos asegura que en verdad se trataba de delincuentes, solo muertos acusados de delitos de los que hoy no pueden defenderse. En este país para disfrazar cualquier asesinato, basta con ponerle una cartulina al cuerpo para relacionarlo con el narco o con la delincuencia y así la instancia judicial le dé carpetazo al caso.
La tercera razón estriba en otras cifras negras que no se consideran importantes, como por ejemplo, que después de la aparición del Justiciero de La Marquesa han muerto más de 5 personas intentando seguir su ejemplo y defender a los pasajeros del autotransporte sin éxito.
La cuarta razón, es la preparación del llamado vengador anónimo que no es otra que el adiestramiento militar en el manejo de las armas, por lo que o es parte de la milicia formal o de los grupos delincuenciales, es decir, sicario. Lo que conllevaría a otra interrogante, de qué lado está?.
Quinto. Supongamos que ocurre nuevamente otro evento similar donde el justiciero actúa, pero en esta ocasión uno de los ladrones esquiva el ataque y las balas le tocan a un ciudadano común y corriente que va en el autobús. Qué dirá la gente? Que está bien, que es otra víctima de la delincuencia, pese a que la haya matado el justiciero?. Me pregunto cuántos locos habrá deseosos de subirse a un autobús con un arma y matar delincuentes sin pensar que son iguales o peores, pues unos son ladrones y el otro un homicida.
Viene a mi mente la frase del ex mandatario mexiquense, Arturo Montiel Rojas “Los derechos humanos son para los humanos, no para las ratas” y me pregunto, si pensamos así hoy, por qué no votamos por él hace ya varios años? Fue un visionario? O simplemente tardamos mucho en contagiarnos de esa locura? Será que esta mal si lo propone un político y está bien si lo propone el pueblo?