- Develan un busto en honor a este promotor cultural, acaecido el pasado 3 de septiembre.
- Reconoce Gobierno mexiquense labor de quien fuera creador del Centro Cultural “Sor Juana Inés de la Cruz”, en Nepantla.
Tepetlixpa, Estado de México, 12 de noviembre de 2018. La Secretaría de Cultura del Gobierno del Estado de México realizó un homenaje póstumo a Carlos Arriaga Alarid, en reconocimiento a toda una vida dedicada a la promoción de la cultura y los estudios sobre Juana de Asbaje.
De igual forma, Arriaga Alarid fue creador, director y principal impulsor del Centro Cultural “Sor Juana Inés de la Cruz”, en Nepantla, Tepetlixpa, con el objetivo de contar con un centro especializado en estudios sorjuanistas y para dotar a este municipio de un espacio en el que los habitantes pudieran disfrutar de actividades que los acercaran a las bellas artes y, sobre todo, a la lectura.
A decir de la Secretaria de Cultura, Marcela González Salas, el también escritor dejó un espacio en que “podemos encontrarnos con Sor Juana Inés en cada una de las esquinas, aquí podemos respirar a Sor Juana, es uno de los seres humanos que nos enseñó a disfrutar de la vida, ya que su labor era incansable, pues a sus 91 años era un hombre de proyectos y quería continuar con la vida cultural de la zona de Los Volcanes.
En representación de la familia, Guillermo Arriaga hijo, agradeció al Gobierno del estado por reconocer la labor que hizo su papá por la cultura de la zona y fue aún más allá, ya que aseguró que Carlos Arriaga Alarid era un hombre con una sonrisa, educado, que se preocupaba por inculcar las visitas a los museos, el gusto por la lectura y la naturaleza, porque ése fue su compromiso: buscar el bienestar mediante la cultura para la zona de Nepantla, lugar en que radicó desde la década de 1980.
En este homenaje también se realizó un minuto de aplausos en memoria del funcionario público que falleciera el pasado 3 de septiembre, cuyo legado quedó inmortalizado con un busto colocado a un costado de Sor Juana Inés de la Cruz, que resguarda también sus cenizas y la gorra que Carlos Arriaga Alarid siempre llevaba puesta.