Ser campesino antorchista es motivo de orgullo

Por Berenice Moreno Gómez

Son quienes proveen a la ciudad de toda clase de alimentos, se levantan con el alba y descansan cuando las estrellas inician a brillar; los campesinos son el presente de México.

La vida diaria de un pequeño agricultor consiste en pasar largas horas a pleno rayo del sol, arando, cosechando, cortando y buscando formas de hacer progresar su parcela. Para los campesinos de comunidades indígenas esta tarea es aún mayor ya que las actividades agrícolas se realizan de manera rudimentaria, sin embargo, este no ha sido impedimento para que todos los días doten a sus familias de lo necesario para subsistir.

El menú para las familias campesinas es variado; tortillas, sal, quelites, nopales, frijoles o habas. Lo anterior, solo sí el ciclo agrícola ha sido bondadoso; hay quienes solo acompañan ´el taco de sal´.

Doña Juanita López y Jorge González, son campesinos oriundos de San José del Rincón. Desde que recuerdan, sus vidas han trascurrido entre la tierra y los animales; se sienten orgullosos de sus raíces indígenas.

Actualmente tienen tres hijos, el mayor de ellos ha ingresado a la universidad, quiere ser abogado y defender a los pobres. María tiene 17 años y está por concluir la preparatoria, Juan de 15 años se encuentra en la secundaria. “Nuestros hijos son el mayor tesoro que la vida pudo darnos, deseamos que estudien, se gradúen y puedan tener otras oportunidades”, expresan.

Doña Juanita López y Jorge González, tienen la certeza que la única forma de lograr que sus hijos sean personas de bien es educándolos, siendo ejemplo de lucha y conciencia. Por ello, desde hace diez años decidieron formar parte del Movimiento Antorchista; organización que les ha permitido formarse política y culturalmente a través de los círculos de estudio y las jornadas culturales que lleva a cabo en todos los rincones del país.

Para Don Jorge: “ser campesino antorchista es motivo de orgullo. Mi familia y yo somos parte de la organización porque nos ha enseñado a luchar, gestionando los recursos que el gobierno debiera darnos, pero que debido a infinidad de factores no lo hace. Ante esta situación el Movimiento nos educa políticamente complementando la enseñanza con arte y cultura. Ha sido a través de Antorcha como mi familia y yo hemos conocido un teatro, disfrutado de la poesía, el baile y la música”.

“Quienes no conocen el trabajo que diariamente hacen los líderes lo critican, los que sabemos, es que para transformar al país se requiere de un cambio de consciencias; vamos diariamente esparciendo la llama antorchista, es como sembrar. Un día te levantas y te das cuenta que es momento de ir a la parcela, acondicionar la tierra e iniciar con el proceso”.

Para los hijos de Doña Juanita López y Jorge González, es motivo de orgullo la labor que desempeñan sus padres; además de inculcarles valores, proporcionarles educación, vestido y alimentación, son líderes municipales. Organizan a los ciudadanos para llevar a cabo las tareas emanadas de la dirigencia nacional, estatal y seccional del Movimiento Antorchista. “Nuestros padres no son intermediarios como se ha dicho, sino campesinos sensibles que se identifican con las necesidades de sus hermanos, las hacen suyas y los enseñan a gestionar para llevar progreso. Ser consciente de las precariedades que hay, va más allá de sentirte parte de los pobres”.

Sabedores de que para continuar con la lucha antorchista hace falta educación política, la familia González López asistió a la conferencia “El papel de los plenos campesinos y la nueva realidad con López Obrador” impartida por Eleusis Córdova Morán, donde pudieron darse cuenta que cada día son más los hombres y mujeres que luchan por sembrar consciencia en los corazones de los ciudadanos para juntos transformar a México.

Los campesinos de México son para muchos, seres invisibles que solo figuran en los procesos electorales; no así para el Movimiento Antorchista que constantemente busca dotar de herramientas culturales, políticas, sociales, educativas y de salud a los miles de campesinos olvidados por un sistema que únicamente beneficia a los grandes empresarios.