
Por décadas, la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMéx) ha operado bajo un modelo centralista que, si bien ha permitido su consolidación, también ha generado brechas significativas en el acceso y la atención a sus estudiantes y docentes. Esta concentración de recursos y decisiones en la capital mexiquense ha dejado en segundo plano a regiones como el oriente del estado, donde la comunidad universitaria enfrenta mayores dificultades para realizar trámites, acceder a servicios y recibir atención académica y administrativa.
Es en este contexto que la propuesta de la Dra. Eréndira Fierro Moreno cobra relevancia. Su visión de una gestión universitaria territorial, con presencia real en regiones históricamente desatendidas, responde a una necesidad urgente de equidad dentro de la UAEMéx. La creación de direcciones espejo—esquemas descentralizados de atención administrativa y académica—no es solo una idea innovadora, sino un paso necesario para garantizar que todos los universitarios tengan acceso a los mismos derechos y oportunidades, sin importar su ubicación geográfica.
Los beneficios de esta descentralización son evidentes: se reducirían las largas filas y los traslados innecesarios, optimizando el tiempo y los recursos de los estudiantes, docentes y administrativos. Además, permitiría una gestión más ágil y cercana a las problemáticas reales de cada región, fortaleciendo el sentido de pertenencia de la comunidad universitaria.
Pero descentralizar no es solo una cuestión logística, sino un asunto de justicia educativa. Por años, la UAEMéx ha crecido en infraestructura y prestigio, pero lo ha hecho de manera desigual. La apuesta por una universidad con presencia efectiva en todo el estado no debe ser vista como una concesión, sino como un compromiso irrenunciable con la equidad.
Eréndira Fierro no solo ha planteado la necesidad de esta transformación, sino que ha demostrado conocer el territorio y sus desafíos. Su propuesta no es una promesa vacía; es el resultado de recorrer, escuchar y entender la realidad de los universitarios que están fuera del centro de decisión.
Si la UAEMéx aspira a ser verdaderamente incluyente y vanguardista, la descentralización no puede seguir postergándose. La comunidad universitaria del oriente del estado merece respuestas y acciones concretas. Es momento de construir una UAEMéx más equitativa y participativa, y la propuesta de Eréndira Fierro es una ruta clara hacia ese objetivo.
Del Desarrollo Social al Bienestar: Más que un Cambio de Nombre
En el Congreso Mexiquense, se analiza una reforma que transformaría la actual Secretaría de Desarrollo Social en la Secretaría del Bienestar, un cambio que, a primera vista, podría parecer meramente nominal, pero que en realidad implica una transformación profunda en la concepción del servicio público y la política social en el Estado de México.
El concepto de “desarrollo social” se ha utilizado por años bajo una lógica asistencialista, donde los apoyos se entregaban muchas veces con criterios clientelares y sin una visión integral de las necesidades de la población. En contraste, el bienestar es un enfoque que coloca en el centro a la ciudadanía, garantizando que los programas sociales no solo mitiguen carencias temporales, sino que realmente contribuyan a mejorar la calidad de vida de las personas.
Esta reforma busca crear una dependencia espejo que replique el modelo federal de la Secretaría del Bienestar, facilitando la coordinación entre los distintos niveles de gobierno y fortaleciendo los programas dirigidos a los sectores más vulnerables. El cambio de nombre es el primer paso, pero lo verdaderamente relevante es la transformación en la forma de operar.
Si se implementa correctamente, esta nueva secretaría tendrá el potencial de establecer bases sólidas para una política social más efectiva y con menos intermediarios, asegurando que los apoyos lleguen directamente a quienes los necesitan, sin filtros burocráticos ni intereses políticos de por medio.
No se trata solo de una reestructura administrativa; es un cambio de visión que responde a la necesidad de construir un estado más justo, donde los derechos sociales no dependan de la coyuntura política ni de gestos de buena voluntad, sino de un compromiso institucional con el bienestar de los mexiquenses.
Con esta reforma, el Estado de México podría dar un paso importante hacia una política social moderna, donde el bienestar no sea un privilegio, sino un derecho garantizado para todos.