- En 2016, el Estado de México ocupó el segundo lugar nacional en violencia obstétrica (ENDIREH).
- Es necesario impulsar la sensibilización y capacitación a las personas servidoras públicas del sector salud.
Toluca, Estado de México.- La violencia de género en los servicios de salud existe y debe ser visibilizada para poder prevenirla, atenderla y erradicarla, señala la investigadora de la Comisión de Derechos Humanos del Estado de México (Codhem), Gabriela Alejandra Sosa Silva, quien destaca la violencia obstétrica como una práctica cotidiana que afecta la dignidad y los derechos humanos de las pacientes.
La maestra en Derecho y especialista en la promoción de los derechos humanos, argumenta que en 2016, la recurrencia de gritos, regaños, retraso en la atención, aislamiento y lesiones de las que fueron víctimas las usuarias de servicios médicos, colocaron a la entidad mexiquense en el segundo lugar nacional con mayor número de mujeres que sufrieron violencia obstétrica, como se evidenció en la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) del mencionado año.
En el artículo “Conocer y reconocer la violencia obstétrica, primera tarea para prevenirla y erradicarla”, publicado en la revista Humaniza, Gabriela Sosa explica que la atención del binomio materno-infantil es y debe ser un eje prioritario, al erigirse como la protección de dos colectivos en situación de vulnerabilidad: mujeres e infancia; por tanto, en las instituciones de salud deben ser combatidas las prácticas que menoscaban su integridad y dignidad, a través de la sensibilización y capacitación de las personas servidoras públicas.
Al retomar el informe “2018, La pieza faltante. Justicia Reproductiva”, elaborado por el Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE) con base en la ENDIREH 2016, la especialista menciona que en México, de 8.7 millones de mujeres que tuvieron al menos un parto entre 2011 y 2016, 33.4% sufrió maltrato por parte de las y los profesionales de la salud; y en el Estado de México el porcentaje fue de 36% en los últimos cinco años.
“Hablar de amenazas, agravios, maltrato, lesiones y daños, en resumen, de violencia contra las mujeres y las niñas es, lamentablemente, un tema que se aborda de manera recurrente, porque este flagelo se ejerce de muchas formas, las cuales de manera innegable, dañan a la dignidad, la integridad y la libertad de la mujer”, precisa Sosa Silva.
Aunque la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos establece la protección del binomio madre-hijo, ellas “reciben malos tratos, incluso inhumanos y degradantes, por parte del personal médico, paramédico, de enfermería y administrativo de las instituciones de salud, durante el embarazo, el parto, el postparto o en emergencias, configurando así la violencia obstétrica.”
La investigadora afirma que, aun cuando la existencia de arraigados patrones socioculturales son un serio obstáculo, es necesario visibilizar las formas de violencia que someten, humillan y agreden al sector femenino de manera física, verbal, psicológica, patrimonial, económica y sexual, con el fin de contribuir a su prevención, atención, sanción y erradicación, así como favorecer su desarrollo y bienestar integral.