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El Estado de México carga con una losa pesada: una deuda pública que se disparó de forma alarmante durante el gobierno de Alfredo del Mazo Maza. En seis años, la administración priista aumentó el endeudamiento estatal en 20 mil 840 millones de pesos, elevando el saldo total a 60 mil 809 millones. Un incremento brutal que se vuelve aún más indignante cuando se compara con lo poco que se hizo con ese dinero.
¿Qué obra emblemática dejó Del Mazo? ¿Qué grandes proyectos justifican semejante endeudamiento? La realidad es que su administración pasó sin pena ni gloria. Más allá de la famosa tarjeta del Salario Rosa, que terminó en el descrédito porque a muchas mujeres simplemente dejaron de depositarles el apoyo, no hay una sola acción que justifique este nivel de deuda.
El endeudamiento de un estado puede ser una herramienta legítima para el desarrollo, pero en este caso, se convirtió en un barril sin fondo que sirvió más para mantener privilegios de la élite priista que para beneficiar a los mexiquenses. ¿Dónde quedó ese dinero? ¿Quién se benefició realmente? Los ciudadanos merecen respuestas claras y, sobre todo, una investigación a fondo que deslinde responsabilidades y, de ser necesario, castigue a los responsables. No se trata de venganza política, sino de justicia y transparencia.
En contraste, el gobierno de Delfina Gómez Álvarez ha anunciado que no adquirirá nueva deuda en 2025 y que buscará estabilizar las finanzas estatales. Este es un compromiso serio que, de cumplirse, marcaría una diferencia sustancial con la administración anterior. No se puede gobernar eternamente a crédito ni cargarles a las futuras generaciones el costo de la incompetencia o la corrupción de otros.
Ahora, el gran reto es demostrar que se puede gobernar bien sin endeudar más al estado. La clave está en hacer más con menos, priorizando obras de alto impacto que realmente transformen la vida de la gente. Reducir la deuda mientras se mejora la infraestructura y los servicios públicos sería la prueba de un gobierno eficiente, transparente y comprometido con el bienestar de la ciudadanía.
Los mexiquenses ya pagaron demasiado por los excesos del PRI. Es momento de que la política deje de ser un negocio para unos cuantos y se convierta en un verdadero servicio público.