MOVIMIENTO ESTUDIANTIL: DE HÉROES Y VILLANOS EN RECTA FINAL DEL PARO

Hay frases del cine que trascienden la pantalla y se convierten en un espejo de la realidad. Una de ellas es la que pronuncia Harvey Dent en Batman: El Caballero de la Noche: “Mueres siendo un héroe o vives lo suficiente para convertirte en villano”. Esa sentencia retrata con precisión lo que estuvo a punto de suceder en la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMéx) con el reciente movimiento estudiantil.

No se puede negar: los paristas lograron mucho. Forzaron a que se cayera una candidatura oficial impuesta, abrieron paso al voto directo de la comunidad universitaria, pusieron sobre la mesa las carencias urgentes de los planteles y, sobre todo, dejaron huella en una institución que por generaciones recordará este despertar de su juventud crítica y combativa. Su movilización es parte de la historia universitaria.

Sin embargo, en su empeño de prolongar indefinidamente el paro, corrieron el riesgo de que la legitimidad ganada se transformara en desgaste. De héroes podían pasar a villanos; de símbolos de cambio, a obstáculo para que decenas de miles de estudiantes volvieran a clases. La lucha, por muy justa, puede perderse en la necedad.

El desenlace, afortunadamente, fue otro. Este lunes 25 de agosto algunos alumnos retomarán actividades en línea y mañana, martes 26, la mayoría regresará a las aulas. Las instalaciones han sido liberadas y la vida universitaria comienza a reactivarse.

Un hecho adicional no menor: este movimiento fue parteaguas para que la UAEMéx tuviera a su primera rectora, Patricia Zarza Delgado, quien inició su gestión sin imponerse desde una silla, sino dialogando en territorio. Su capacidad de abrir mesas de negociación fue determinante para destrabar el conflicto. En ella, los universitarios tienen la oportunidad de romper inercias y ensayar un modelo de rectoría más cercana a la realidad que a la retórica.

La lección está ahí: un movimiento estudiantil puede ser heroico si entiende cuándo es tiempo de dar paso a lo que sigue. Y una institución puede renovarse si se atreve a escuchar. Hoy, la UAEMéx respira. Y eso merece reconocimiento.

Aplausos para la comunidad que luchó y, sobre todo, para la rectora que supo encauzar.