Al surgir durante el último tercio del siglo XX la “sustentabilidad”, como un enfoque teórico y práctico para cambiar la tendencia de la crisis planetaria, la educación se perfila como el instrumento y la estrategia de las instituciones y de la sociedad que permite formar nuevos saberes: axiológicos, procesuales, cognitivos y actitudinales para incursionar en un camino sustentable de la humanidad.
Los profesores e investigadores del Instituto de Estudios sobre la Universidad (IESU), Emma González Carmona y Sergio González López, autores del estudio “Educación para la sustentabilidad: una propuesta a través de la cultura”, consideraron necesario cambiar, desde la educación, sea formal, no formal e informal, los comportamientos y generar compromisos de la ciudadanía.
Como metodología, advirtieron, parten del análisis de los rasgos culturales de la sustentabilidad que se promoverían en la ciudad y se concluye en una propuesta de criterios basados en el conjunto de interacciones economía-naturaleza-sociedad-cultura, lo que implica el diseño de estrategias educativas que superen el abismo existente entre el discurso teórico y la práctica cotidiana.
Emma González Carmona y Sergio González López señalaron que los factores culturales del desarrollo sostenible se conciben como aceleradores de la responsabilidad ambiental e incluyen políticas, estrategias transversales de la sustentabilidad en los distintos ámbitos, para influir en la comprensión del medio ambiente y en la relación con el mismo.
Se reconoce, dijeron Emma González Carmona y Sergio González López, que las prácticas culturales, valores y visiones del mundo son producto de la modificación y conocimiento de los ecosistemas por sus habitantes, estrecha relación entre la diversidad cultural y la diversidad biológica, pero también son el resultado del diálogo con el conocimiento académico.
Afirmaron que la cultura aparece en el impulso de comportamientos de producción y consumo de los productos locales, ejemplo de ello es la Gastronomía, basada en los productos de proximidad, construcciones habitacionales con materiales de la región, incorporación de áreas verdes con flora nativa y formación y utilización de espacios públicos para difundir conocimientos y prácticas sustentables.