BALAZOS CONTRA EL BLOQUEO: EL NUEVO “DIÁLOGO” EN LAS CARRETERAS MEXIQUENSES

México, país surrealista donde los bloqueos de carretera son casi tan tradicionales como el pozole en septiembre, acaba de estrenar un nuevo capítulo: el automovilista que cambió el claxon por la pistola. El escenario: la carretera Toluca–Palmillas, domingo, 16:30 horas. El motivo: el hartazgo, ese monstruo que se alimenta de horas perdidas, gasolina desperdiciada y la sospecha eterna de que el manifestante de enfrente ni sabe bien qué exige.

Según los reportes, un conductor, tras ver su vehículo apedreado —porque claro, la protesta no sabe de límites ni de parabrisas— decidió bajarse y disparar contra los manifestantes. Sí, así como lo lee: del bloqueo al plomo en cuestión de segundos.

Las redes sociales, ese tribunal sin toga pero con exceso de café, se dividieron en dos bandos:

  1. Los de “ya era hora”, que aplauden con emojis de aplauso virtual al conductor por “poner orden” frente a quienes bloquean por “todo y por nada”.
  2. Los de “ni tanto que queme al santo”, que recuerdan que ninguna causa —por absurda o legítima que sea— justifica sacar el fierro y repartir balas como si fueran volantes de campaña.

Ambos bandos, curiosamente, coinciden en algo: el verdadero problema no es el conductor armado ni los manifestantes con piedras, sino un Estado que lleva años haciéndose el ciego. Porque sí, siempre es más fácil cerrar la carretera que cerrar la oficina del político responsable. Siempre más cómodo gritarle al automovilista atrapado que ir a plantarse en la casa del alcalde o en el palacio de gobierno.

Pero claro, pedirle estrategia a una protesta improvisada es como pedirle puntualidad a un político: misión imposible. Y pedirle cordura a un ciudadano armado hasta los dientes, es como esperar que los baches se tapen solos.

Hubo un operativo en marcha para detener al pistolero de Toluca–Palmillas. Y lo detendrán, seguramente, porque la foto del detenido sirve más para las conferencias que la resolución del conflicto. Pero nadie está armando un operativo contra la epidemia de bloqueos que han convertido las carreteras en campos de batalla donde el ciudadano común paga los platos rotos.

¿La moraleja? En México ya no basta con traer la licencia vigente y la verificación al día: ahora conviene revisar si el de adelante trae piedras y el de atrás una pistola. Porque mientras unos protestan en el carril de alta y otros responden con balazos, la política sigue en neutral, estacionada donde siempre: en el palacio de gobierno estatal o municipal, con el aire acondicionado encendido.